La vida marina coloniza la fajana del volcán más rápido que los humanos recuperan su espacio
La naturaleza ha demostrado una vez más su capacidad de resiliencia. Cuatro años después de la erupción del volcán Tajogaite, mientras cientos de familias aún esperan soluciones habitacionales, el ecosistema marino ya ha recuperado parte de su equilibrio en la fajana formada por las coladas. Así lo explicó en COPE La Palma la científica Verónica Arnone, investigadora del proyecto Delta y miembro de la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN).
“Los peces fueron los primeros en regresar. Son organismos que pudieron desplazarse cuando llegó la lava y que, una vez recuperadas las condiciones del agua, volvieron a la zona”, señaló Arnone, subrayando que el proceso de recolonización está en marcha tanto en la columna de agua como en el propio fondo marino.
Entre los pioneros destacó a especies habituales de la costa canaria, como las cabrillas o los peces verdes, que rápidamente se dejaron ver en las primeras campañas audiovisuales desarrolladas tras la erupción.
Un laboratorio natural en La Palma
El proyecto Delta, creado tras la crisis volcánica, se ha convertido en un observatorio privilegiado de la recuperación del ecosistema marino. “Ha sido una oportunidad dentro de lo que significó la erupción. Estamos construyendo una red de infraestructuras permanentes: un observatorio de biodiversidad marina y economía azul en Tazacorte, sistemas de sensores submarinos para medir las características del agua y un centro de interpretación en el Faro de Fuencaliente”, explicó Arnone.
Además, el programa dejará instalada una boya flotante que permitirá el seguimiento continuo de parámetros clave como temperatura, salinidad, oxígeno, pH, clorofila, turbidez y corrientes. Todo ello con el objetivo de generar datos a largo plazo y ofrecer herramientas a la comunidad científica y a los gestores.
Ciencia para proteger
La investigadora insistió en que los avances en la recuperación natural deben ir acompañados de responsabilidad humana. “Hay que darle tiempo al medioambiente y ajustar nuestras acciones. Conocer para proteger”, afirmó, advirtiendo sobre la importancia de la pesca responsable y la gestión sostenible del nuevo entorno.
Lo que más le ha sorprendido, confesó, es la rapidez con la que el agua se recuperó física y químicamente. “Es una señal muy esperanzadora. Somos islas volcánicas y estos procesos son naturales, pero debemos gestionarlos bien: proteger primero a la población y después al medioambiente”.
Un legado positivo del volcán
El proyecto Delta concluirá a finales de este año, momento en el que comenzará la elaboración de la memoria científica con los datos recogidos. Su legado, sin embargo, ya es palpable: infraestructuras permanentes, un laboratorio natural único y un refuerzo a la proyección de La Palma como referente internacional en investigación marina.
“Cuando se dice que el volcán no dejó nada positivo, yo creo que sí lo hizo: nos ha permitido impulsar un proyecto de ciencia y conocimiento que coloca a La Palma en el mapa de la investigación oceánica”, concluyó Arnone.




















