Solsticio entre estrellas y piedras sagradas: La Palma celebra el verano con arqueología, astronomía y tradición

La llegada del verano en La Palma se vivirá este año con una mirada al pasado y otra al cielo. Este viernes 20 y sábado 21 de junio, la isla acoge una doble jornada de actividades organizadas en torno al solsticio de verano, un evento astronómico con profundas raíces espirituales y culturales que los antiguos habitantes del archipiélago ya observaban y celebraban hace más de 1.500 años.

Antonio González, técnico y divulgador astronómico de Sodepal, y Miguel Martín, profesor y referente en la investigación del culto solar en Canarias, explicaron en COPE La Palma los detalles de un programa que une ciencia, patrimonio y divulgación para acercar al público el conocimiento sobre cómo los antiguos canarios interpretaban los ciclos del sol y el tiempo.

El viernes 20, en el Centro de Visitantes del Volcán de San Antonio (Fuencaliente), se celebrará una charla a cargo de Miguel Martín sobre el culto solar entre los antiguos canarios, seguida de una observación del comportamiento de la sombra sobre un marcador astronómico moderno instalado en el lugar. El sábado 21, en El Paso, la cita será en la Plaza Francisca de Gasmira con una observación solar mediante telescopios, para luego visitar el yacimiento arqueológico de El Verde, un espacio único donde la luz del sol entra por una grieta con una precisión asombrosa, iluminando grabados rupestres en un fenómeno que se repite cada año por estas fechas.

“Es un juego de luz y sombra, pero también un acto espiritual. El sol era su reloj, su calendario, su dios. Los antiguos organizaban su vida y su mundo a partir de estas observaciones”, explicó Martín, quien lidera desde la asociación Irúene La Palma un trabajo de décadas para recuperar y divulgar este legado.

El yacimiento de El Verde, ubicado en el fondo de un barranco, es uno de los ejemplos más sobrecogedores de cómo los antiguos pobladores de la isla utilizaban el paisaje para marcar fechas clave del año. “Alguien se sentó, vio cómo la luz atravesaba esa grieta en un momento muy preciso, y decidió que ese era un lugar sagrado. Allí grabaron sus símbolos. Cada año, el sol sigue haciendo el mismo recorrido. Es una conexión directa con ellos”, detalló Antonio González.

Además, durante la entrevista se destacó la importancia de la divulgación para la conservación del patrimonio arqueológico. “No se puede proteger lo que no se conoce. Enseñar es la mejor forma de evitar que estos tesoros se pierdan o se dañen por ignorancia”, subrayó González. En esa línea, Irúene ha trabajado también en la formación de guías turísticos y monitores Starlight, incorporando la dimensión astronómica e histórica de la isla a la oferta turística de calidad.

Durante las jornadas, también se hablará del uso ritual de las famosas “cazoletas”, pequeños huecos tallados en la roca volcánica en zonas costeras, que se llenan con el subir de la marea. Un legado milenario que aún pervive en la memoria oral: “Mi madre recordaba cómo su padre llevaba las cabras a bañarse en el charco redondo de Mazo por estas fechas. Allí mismo hay más de 50 cazoletas. Es una práctica que viene de muy atrás, vinculada al sol, al agua, a la vida”, relató emocionado Martín.

El solsticio de verano no era solo un hecho astronómico para los antiguos; era el comienzo de un nuevo ciclo. “Para ellos el tiempo no era lineal como para nosotros, era cíclico. Todo renacía. Y lo celebraban. Las crónicas hablan de fiestas que duraban más de nueve días”, apuntó el profesor.

La actividad culminará con una experiencia opcional, más exclusiva, en un yacimiento de difícil acceso que no ha sido anunciado públicamente por razones de seguridad, pero que los asistentes del viernes podrán conocer.

El mensaje que Antonio González y Miguel Martín quisieron dejar claro es que este tipo de actividades no son solo espectáculos astronómicos o excursiones culturales. Son actos de reconexión con una identidad que vive entre estrellas, rocas talladas y el sol que aún guía nuestros pasos.

La cita es este fin de semana. Entre ciencia y espiritualidad, La Palma vuelve a mirar al cielo como lo hacían sus antiguos.

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