La Palma impulsa infraestructuras ecológicas para fortalecer su biodiversidad agrícola

La Fundación Canaria Centro Internacional de Agricultura Biológica (CIAB), en colaboración con el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) y ADER La Palma, organiza la jornada «Diseño de infraestructuras ecológicas adaptadas a Canarias: cómo mejorar la biodiversidad y el control biológico por conservación», que se celebrará el próximo 28 de abril, de 17:00 a 20:00 horas, en el Museo del Puro Palmero de Breña Alta.

En los micrófonos de COPE La Palma, los expertos Estrella M. Hernández Suárez y Nancy Montero Gómez (Unidad de Protección Vegetal del ICIA), Alfredo Reyes Betancort (director del Jardín de Aclimatación de La Orotava) y Felipe Lorenzo (técnico de ADER La Palma) explicaron los objetivos y la importancia de esta apuesta: reconciliar el sector agrícola con los servicios naturales que ofrece la biodiversidad, sin renunciar al conocimiento científico actual.

Aprender del entorno para producir de manera más sostenible

El proyecto busca adaptar cada finca a su realidad, sin recetas generales ni soluciones de catálogo. “Lo primero que hacemos es explorar el terreno, observar las plantas existentes y ayudar al productor a identificar recursos naturales que ni siquiera sabía que tenía”, explicaba Estrella Hernández. Esta evaluación detallada es clave para diseñar infraestructuras ecológicas específicas, que sirvan de refugio a los enemigos naturales de las plagas, potenciando un control biológico mucho más sostenible que el químico.

En este sentido, Nancy Montero destacó que ya han evaluado 28 especies vegetales canarias, y siguen identificando cuáles son verdaderamente funcionales para cada cultivo. “No es solo cuestión de tener biodiversidad, sino de que esta biodiversidad funcione a favor del cultivo”, subrayó Montero.

Proteas y café: nuevos retos en La Palma

Uno de los grandes retos que enfrenta este proyecto en La Palma es el acompañamiento de cultivos emergentes como las proteas y el café. “Para el café tenemos más experiencia, pero para las proteas tenemos que aprender junto a los agricultores”, reconoció Nancy Montero. Cada entorno es diferente, y lo que funciona en Barlovento podría no servir en otros rincones de la isla.

La exploración en campo ha permitido ya algunas sorpresas, como descubrir que plantas consideradas “malas hierbas” como la vinagrera pueden ser aliadas fundamentales en el control biológico. “Antes se arrancaban, ahora sabemos que son refugio de polinizadores y enemigos naturales”, destacó Alfredo Reyes.

Cambiar la mirada: valorar la flora autóctona

Más allá de la técnica agrícola, los investigadores insisten en un cambio cultural: revalorizar la flora autóctona que tradicionalmente ha acompañado al paisaje rural canario. Plantas como el guaydil, el incienso o el salado blanco, aunque discretas en apariencia, cumplen funciones ecológicas esenciales.

“No se trata de hacer jardines bonitos, sino de recuperar ecosistemas funcionales que sostienen la vida del suelo y el control natural de plagas”, explicó Reyes. Además, recordaron que este enfoque también implica mejorar la eficiencia hídrica y reducir el uso de insumos externos, aumentando la resiliencia frente al cambio climático.

Recuperar saberes ancestrales… y aplicarlos con ciencia

La jornada también sirvió para reivindicar el saber popular de generaciones anteriores. “Nuestros abuelos ya sabían que había que dejar el suelo en barbecho, rotar cultivos y respetar los tiempos de la tierra”, recordaban los ponentes. Hoy, gracias a la investigación científica, se confirma que prácticas como sembrar cubiertas vegetales con brásicas o alfalfa forrajera mejoran la fertilidad y reducen los patógenos del suelo.

«Ahora sabemos ponerle números y gráficos a lo que nuestros abuelos intuían», reconocieron. El objetivo es combinar conocimiento tradicional y ciencia moderna para construir un modelo agrícola más sostenible y autosuficiente.

Una apuesta por la biodiversidad agrícola… y por el futuro

La experiencia previa en Tenerife y Gran Canaria avala la eficacia de este modelo, y ahora La Palma se convierte en territorio de experimentación para adaptar estas estrategias a sus propios cultivos y condiciones.

El proyecto no solo es una acción científica: es también una apuesta humana y educativa. “Estamos acompañando al agricultor en su entorno, parcela a parcela, problema a problema”, señaló Estrella Hernández. Y lo hacen con una visión a largo plazo: proteger los suelos, cuidar el agua, devolver vida al campo… y ofrecer alimentos más saludables para todos.

La jornada del 28 de abril en Breña Alta será el primer paso visible de un camino que promete transformar no solo la forma de cultivar, sino también la manera de mirar y entender la naturaleza en La Palma.

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