Más de 7000 personas bailaron junto al Diablo en su centenario

En total fueron tres los Diablos que danzaron en la plaza de Nuestra Señora de Candelaria, además del Cataclismo. Todos ellos, acompañados de la tradicional comitiva de gigantes y cabezudos

Como cada 7 de septiembre desde hace 100 años, la pólvora volvió a impregnar el municipio de Tijarafe, donde más de 7000 personas vibraron y bailaron junto a tres diablos, que danzaron en una batalla de fuegos de más de una hora en la plaza de Nuestra Señora de Candelaria.

El centenario de la Danza del Diablo no fue óbice para que el bien volviera vencer al mal y, como marca la tradición, después de un baile extenuante, el maligno -no sin efectuar sus reverencias a la Virgen de Candelaria, antes y después de la danza- volvió a abandonar la Plaza tras reventar su cabeza. 

En torno a las 03:00 horas, la emoción embargó a los asistentes al irrumpir en la plaza  la comitiva de gigantes y cabezudos, a la que en unos minutos se sumaría una recreación de Cataclismo. En la década de 1910, un misterioso peninsular al que llamaban Barbarroja, dio vida a Cataclismo, un machango alto, de grandes manos y vestido de negro, que iba acompañado de una comitiva de gigantes y cabezudos. Esta es la primera noticia que se tiene de ellos en Tijarafe. 

Tras despedir a esta primera figura, empezó un desfile apoteósico de Diablos, comenzando por la recreación del Diablo de sacos. En 1923 se creó el primer Diablo con los pobres medios que se encontraban disponibles: cañas, sacos, voladores sin rabo, mechas de barreno papeles de colores y telas viejas. Hoy han cambiado los materiales, pero la forma sigue siendo la misma: un armazón con forma y atributos de diablo, cargado de pólvora y movido por una persona que va en su interior. 

El Diablo de sacos abandonó la plaza y se recibió al Diablo de lata. En 1962 se compraron los gigantes y cabezudos que, hasta el momento, igual que el Diablo, se construían cada año, según hubiera disponibilidad de medios y de tiempo. Por esa época también se construyó el primer armazón estable, hecho de metal, que fue el protagonista del primer impulso de la fiesta, en las décadas de los setenta y ochenta. 

Y, finalmente, al son del “tiritititi”  hizo acto de presencia en la plaza de Nuestra Señora de Candelaria el diablo actual. Construido en fibra de vidrio, aligeró significativamente su peso, por lo que puede llevar más cantidad de pólvora. Este es el Diablo que reúne todo el legado centenario de nuestra fiesta y comienza a transmitirlo al segundo siglo. 

Sin incidentes destacados, todo transcurrió con normalidad, gracias al dispositivo de seguridad. Tras la Danza, el Cabildo de La Palma puso a disposición de los asistentes un servicio especial de guaguas que permitió un regreso seguro a casa.

Los dispositivos de limpieza se encuentran ya a pleno rendimiento, para dejar todo listo para la celebración de la Solemne Función Eucarística en Honor a Nuestra Señora De Candelaria. 

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