Antonio Alarcó reclama más visibilidad para el Diputado del Común y alerta del “sinogarismo” y la pobreza en La Palma

El adjunto al Diputado del Común, el médico y exsenador Antonio Alarcó, ha reivindicado en COPE La Palma el papel de esta institución como “radiografía de la sociedad” y ha advertido del impacto que la pobreza, la exclusión social y la falta de atención a la salud mental están teniendo en la ciudadanía, también en la isla.

En una entrevista en los estudios de la emisora, Alarcó recordó que la Diputación del Común depende del Parlamento de Canarias y tiene su sede principal en Santa Cruz de La Palma “gracias a una enmienda de un palmero ilustre, Fernando Fernández”. Sin embargo, lamentó que, cuatro décadas después de su creación, “mucha gente todavía no sabe qué es el Diputado del Común”.

“Es una institución clave, elegida en el Parlamento, cuya misión preciosa es defender los intereses de los ciudadanos ante las administraciones públicas y privadas, sean de la ideología que sean”, subrayó.

En estos 40 años, la institución ha tramitado más de 80.000 quejas y reclamaciones. Hoy, la mayoría proceden de los ámbitos de dependencia, sanidad y listas de espera, además de asuntos relacionados con la situación de La Palma tras la erupción volcánica o las dificultades del sector primario.

Aun así, Alarcó reconoce que el propio organismo tiene una asignatura pendiente: “no se nos conoce y lo que no se conoce no genera complicidad”.


Pobreza, Cáritas y el “cohete” que no despega

Preguntado por el reciente informe de Cáritas sobre la situación social de la isla, el adjunto del Diputado del Común fue contundente: “es demoledor”. Recordó que, para una población cercana a los 80.000 habitantes, el documento cifra en más de 300 las personas que viven en la calle en La Palma.

“La Palma es una isla rica por naturaleza y con una agricultura muy potente; si aquí el sinogarismo tiene esas cifras, imagínese cómo están otros lugares”, apuntó.

Alarcó criticó el contraste entre estos datos y los discursos “triunfalistas” que presentan a España “como un país que va como un cohete”.
“Este país está pagando 40.000 millones de euros al año solo en intereses de la deuda. Si eso es ir como un cohete, yo no quiero cohetes, quiero tranquilidad”, ironizó.


Una ley de salud mental “en la gaveta”

El médico cirujano insistió en que una parte importante del problema del sinhogarismo y de la exclusión social tiene que ver con la salud mental, campo que considera el “patito feo” de la sanidad española.

Explicó que existe un anteproyecto de ley de salud mental trabajado durante años en el Senado que “se quedó en una gaveta” y nunca llegó a aprobarse, pese a que “el 80% de las patologías de las personas sin hogar son psiquiátricas”.

Alarcó calificó de “falta de respeto” que se haya tramitado con urgencia una ley de eutanasia y, sin embargo, el país siga sin una ley de cuidados paliativos plenamente desarrollada ni una ley específica de salud mental:

“Es como decirle a un diabético que no hay insulina. Con la enfermedad mental pasa lo mismo: hay que tratarla con dignidad y con recursos, como cualquier otra”.


La doble —o triple— insularidad de La Palma

El adjunto del Diputado del Común también se refirió a los problemas estructurales de La Palma: la conectividad aérea y marítima, las derivaciones sanitarias a Tenerife o la vulnerabilidad del sector agrícola.

Habló de “doble, cuando no triple insularidad” y defendió la necesidad de que se cumplan los compromisos con la isla “no como un privilegio, sino como un derecho adquirido de la ciudadanía palmera”.

Pese a todo, Alarcó se declaró “orgullosísimo” de sus raíces:

“No hay una isla en el mundo como La Palma. Se adelantó a la democracia, a la luz eléctrica, tuvo el primer periódico de Canarias y una cosmológica modélica. Detrás de cada señor palmero con boina suele haber dos o tres universitarios. Eso define muy bien lo que somos”.


Más divulgación y menos silencio administrativo

Sobre el funcionamiento interno de la institución, el adjunto del Diputado del Común reconoció que, además de ser más conocida, debe percibirse como útil y cercana.

Apostó por una campaña profesional de divulgación, no de propaganda, que explique con claridad qué es el Diputado del Común, qué tipo de quejas atiende, cuántas resuelve y qué procedimientos se siguen:

“Hay que contar lo que hacemos, con ejemplos claros y medibles, y después preguntar a la ciudadanía si realmente lo ha entendido. Sin complicidad, las instituciones se perciben como caras e inútiles”.

Alarcó recalcó que la Diputación del Común no es un lugar “para castigar”, sino “para buscar soluciones”, y rechazó tajantemente el silencio administrativo en este tipo de organismos: “Todo menos silencio administrativo; el ciudadano tiene derecho, como mínimo, a una respuesta”.


Política, respeto y opinión pública

En el tramo final de la entrevista, el exsenador reflexionó sobre el clima político actual. Dijo echar de menos el Senado como espacio de debate, pero no la “jauría” que, a su juicio, se ha instalado en algunos ámbitos de la política nacional.

Defendió la confrontación creativa, basada en el respeto y en la búsqueda de soluciones, frente al insulto y la descalificación:

“Para mí la política es dedicarse a los demás. Los cargos no hacen a las personas, son las personas las que dignifican los cargos. Somos administradores temporales de lo público, no dueños de lo público”.

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